viernes, 20 de agosto de 2010

Donde no debes es mejor

Desde que nos conocimos las ganas de tener sexo han sido correspondidas, más bien, parece que fuese nuestro pasatiempo. No nos cansamos de hacerlo. A medida que pasa es más y más la ansiedad de lo insaciable y la necesidad de sentir esa fusión total de sensaciones excitantes desbordando el vacío de la habitación.


Y así fue en nuestro viaje a la playa, no podía esperar el momento en el que me hiciese suya. Ansiaba enloquecidamente probar y comerme a besos su pene poco a poco y sé que él también lo deseaba… de eso no tenía duda. En el taxi camino a la posada, para provocarlo un poco, no dejé de juguetear con mi lengua en mi boca, ni de morderme los labios con un poco de rudeza ni mucho menos desviaba mi mirada ardiente de sus ojos anhelantes, y así le hacía entender que “eso” era lo que en un suspiro le esperaba.

Como él iba de copiloto, se desesperaba cada vez que me veía por el retrovisor y lo incitaba comportándome como la chica mala que lo descontrola. Siempre ha sido débil ante mí, por eso al momento que empezó a hacerse el loco, porque no sabía cómo reaccionar, comencé a quitarme la pequeña panty que cubría lo más húmedo que tenía en ese momento. Él no veía cuando lo hacía pero sí podía observar mi cara de maldad. Al quitármela toda le dije: “Oye, cariño, agarra aquí un momento, por favor”. Se volteó, la tomó y sin dejar de verme se inmutó. Yo tenía las piernas totalmente abiertas para él, aproveché agarré su mano y lo obligué a que palpara rápidamente lo lubricada y excitada que estaba en ese momento sin empezar a masturbarme. Luego el saboreó sus dedos gustosamente y volvió a su puesto.

(¡¡¡ES EXCELENTE HACERLO CUANDO NO DEBES, ES UN GRAN ESTIMULANTE SEXUAL!!! Mientras más tensión y presión más ganas te dan…)
Mientras yo seguía provocándolo visualmente, no le quedó más opción que mandarme mensajes de texto diciéndome lo divina que me había sentido, lo riquísimo que sabía y que se moría por hacerme sexo oral. Lo miré fijamente y lentamente empecé a masturbarme con un verdadero placer, pero no hay nada más placentero que te toquen, por eso me pegué del asiento del lado derecho del auto para dejarlo manosear aunque sea un poco mi clítoris. Para hacerlo más rico me escupía los dedos introduciéndolos junto con los de él —no pueden imaginar nuestra expresión de gloria, al fin y al cabo creo que no le dimos mucha importancia al taxista—. Llegó un momento en el que era inevitable aguantar la excitación, sus sonidos y movimientos. Sudaba y temblaba ya de manera obvia. Estábamos tan cerca pero a la vez tan distantes de sentir la dureza de su miembro penetrándome rudamente…el deseo aumentaba. Yo sentía que me iba sin él, él me tocaba cada vez más rico y mi clítoris aclamaba con rapidez su lengua.

No sé si fue suerte, pero el taxista se estacionó para ir a una farmacia y ese fue uno de los momentos más rápidos de mi vida. Me abrió completamente las piernas y me colocó una en cada uno de los asientos. Desesperadamente comenzó a saborearme toda todita, mientras yo tocaba y jugueteaba con la dureza de su pene. ¡Qué sexo oral tan divino!, sentía su lengua muy… muy dentro de mí, me lamía el clítoris —sentía que iba a explotar, estaba muy hinchado y mordible— y simultáneamente me masturbaba. Aún recuerdo ese escalofrío. Y entonces, le vi las intenciones de penetrarme. Me recordé del pobre taxista y preferí dejarlo con las ganas para que me devorara al llegar a la posada. Allí, sí llegaría mi momento de hacerlo volar…


2 comentarios:

  1. sin comentarios! vida real o ficción???

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  2. Real. Todos los artículos que lees en esta sección son reales. Algunas enviadas por nuestros lectores, otras investigadas por el equipo de redacción.

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